A veces me cuesta recordar cómo empezó todo... En realidad creo que fueron diferentes circunstancias las que me llevaron a empezar mi formación en ballet. En un principio lo hice por curiosidad, aunque el ballet puede ser un poco intimidante no me rendí y decidí probar algunas clases a ver de qué se trataba. Aunque el ballet se caracteriza por verse sutil, tranquilo y “sencillo”, desde la primera clase me di cuenta que habían muchas habilidades y elementos que componen esta disciplina de la danza que exigen mucha práctica y determinación para lograrlos. Comprendí que lo mágico del ballet es que sin importar que tan bueno seas, siempre tendrás un nuevo reto, una nueva secuencia o combinación por la cual esforzarte y trabajar constantemente para lograr.
Así empecé mi vida en el ballet y poco a poco éste se fue convirtiendo en mi vida, pues aunque fue difícil al principio, en algunos meses empecé a apropiarme de algunos ejercicios y posiciones con los que me sentía tan cómoda que podía dejar de centrarme en pensar todo el tiempo y dedicarme un poco a disfrutar, pero sobre todo a transmitir.
El ballet para mí es una forma de expresar mis sentimientos sin necesidad de pronunciar una sola palabra. Cada día que pasa me convenzo más de que ésta es mi pasión, que la danza es para lo que nací y que por medio de ella puedo expresar todo lo que siento en el fondo de mi corazón.
Las clases se han convertido en una prioridad en mi vida, una actividad que realizo por gusto, en la que puedo expresar todo el amor que siento por la danza. Si bien cuando empecé este camino era muy pequeña, ya cuento con algunos años en la academia y siento que he mejorado como bailarina y persona, cada vez estoy más cerca de lograr mis sueños.
Más allá de posiciones y elementos, el ballet me ha enseñado la importancia de la disciplina para lograr todo lo que me proponga, lo primero que aprendí es que la constancia, consciencia y esfuerzo son la clave para alcanzar mis objetivos. Ahora sé que si me dedico con entrega y pasión podré obtener buenos resultados, pues el trabajo duro trae grandes recompensas.
Además de la satisfacción que siento por todo lo que el ballet ha hecho por mí y todo lo que he logrado, estoy muy agradecida con la academia, desde que pongo un pie en ella me siento muy feliz, pues se ha convertido en mi segundo hogar. Golden es una gran familia que me abrió su corazón y me apoya en mi sueño de llegar a ser una gran bailarina y persona. También he llegado a conocer y hacerme muy amiga de mis compañeras, con quienes trabajamos en equipo para ser cada día mejores, nos apoyamos entre nosotras y siento que nadie puede entenderme mejor que ellas pues compartimos la misma pasión, somos bailarinas y somos Golden.
El ballet es mi pasión, es lo que me hace feliz y me hace diferente a las demás personas, es lo que me distingue del resto y un disciplina que me aporta diferentes habilidades, valores y destrezas que potencian al máximo mis aptitudes y me hacen sentir que soy la mejor versión de mí misma. El ballet me hace única.
Mi vida cambió por completo cuando conocí el ballet, su influencia ha sido muy positiva y no imagino un futuro en el que me aparte de él. En todo este tiempo he logrado muchas cosas, pero cada día se renuevan mis metas y tengo muchas más ganas de lograr más cosas, destacar y llegar muy lejos.