Sanar la relación con tu cuerpo: verte con los ojos del amor propio

Introducción

¿Cuántas veces has mirado tu cuerpo con juicio?
¿Cuántas veces lo has tratado como si fuera tu enemigo?
¿Y cuántas veces te has comparado, criticado o incluso odiado por no parecerte a un ideal impuesto?

Durante décadas, a las mujeres nos enseñaron que nuestro cuerpo debía ser “perfecto”, deseable, delgado, joven, suave, blanco, proporcionado… en resumen: irreal.

Nos enseñaron a reducirnos a una imagen. A valorarnos por cómo nos vemos. A odiar cada imperfección. Y así, fuimos alejándonos de nuestro cuerpo, hasta desconectarnos por completo.

Este artículo es una invitación a sanar. A mirar tu cuerpo como tu hogar, tu historia, tu poder. A dejar de tratarlo como un proyecto pendiente, y empezar a vivir en él con amor, gratitud y dignidad.

¿Qué significa tener una relación sana con tu cuerpo?

Tener una relación sana con tu cuerpo no significa amarlo todos los días sin excepción. No es una utopía de autoestima perfecta.

Significa:

  • Respetarlo, incluso cuando no te gusta.

  • Escucharlo, en lugar de ignorarlo o castigarlo.

  • Cuidarlo desde el amor, no desde el castigo.

  • Habitarlo con dignidad, sin disculparte por cómo luce.

Es pasar de vivir contra tu cuerpo a vivir en tu cuerpo.

La raíz del problema: un sistema que se alimenta de tu inseguridad

La industria de la belleza y la cultura de las dietas generan miles de millones de dólares al año. Su estrategia: convencerte de que estás rota, incompleta, defectuosa… y que necesitas “arreglarte”.

Para que compres cremas, cirugías, fajas, entrenamientos extremos, dietas milagrosas.
Para que te compares.
Para que te avergüences.
Para que nunca te sientas suficiente.

Pero no eres tú el problema.
Es el sistema que se beneficia de tu odio propio.

💡 “Si mañana todas las mujeres se despertaran amando su cuerpo, la economía se tambalearía.”
— Naomi Wolf

Etapas comunes de la desconexión corporal

Sanar la relación con tu cuerpo implica reconocer las heridas. Estas son algunas de las más comunes:

1. Cultura de la dieta

Desde niñas nos enseñan que hay alimentos “prohibidos”, que engordar es un fracaso, que la delgadez es el mayor logro. Vivimos con culpa constante.

2. Comparación constante

Nos comparamos con modelos irreales, filtros de Instagram, cuerpos editados o alterados quirúrgicamente. Y creemos que “así deberíamos ser”.

3. Censura emocional

Reprimimos emociones como el enojo, la tristeza o el deseo, porque “las mujeres deben ser suaves”. Y esas emociones se somatizan en el cuerpo.

4. Violencia simbólica

Comentarios, miradas, burlas, apodos, revistas, series... todo refuerza la idea de que hay “buenos cuerpos” y “cuerpos que deben corregirse”.

Claves para sanar la relación con tu cuerpo

1. Deja de hablarle mal a tu cuerpo

Las palabras importan. Si todos los días te repites “qué gorda”, “qué fea”, “qué arrugada”, tu cuerpo lo siente.
Cambia la narrativa.

✅ Prueba decir:

  • “Mi cuerpo me sostiene cada día.”

  • “Agradezco estas piernas que me llevan donde quiero.”

  • “Hoy elijo hablarme con ternura.”

Hazlo incluso si al principio no lo crees. Tu cuerpo merece respeto, no violencia verbal.

2. Deshazte del espejo como juez

Los espejos no son el problema. El problema es usarlos como tribunal.

No vivas pendiente de “cómo te ves”. Pregúntate:
👉 ¿Cómo me siento hoy en mi cuerpo?
👉 ¿Qué necesito?

Aprende a verte desde dentro. Desde cómo respiras, cómo te mueves, cómo te habitas.

Haz el ejercicio de mirarte desnuda en el espejo no para criticarte, sino para reconocerte sin juicio.

3. Escucha a tu cuerpo, no lo ignores

Tu cuerpo te habla. Cuando estás cansada, te lo dice. Cuando estás en peligro, te lo grita. Cuando necesitas placer, se activa.

Pero muchas veces lo ignoramos, lo anestesiamos o lo forzamos.
Aprender a escucharlo es un acto de amor profundo.

✔️ Haz pausas durante el día.
✔️ Respira profundo y pregúntate: “¿qué necesito?”
✔️ No pospongas el descanso, el hambre, el movimiento, el afecto.

4. Redefine lo que significa “cuidarte”

Cuidarte no es obsesionarte con cambiar tu cuerpo.
Es alimentarte, moverte, descansar, conectar con placer… porque te mereces sentirte bien, no porque debas “arreglarte”.

Cuestiona el autocuidado impuesto (rutinas de skincare, ayunos, entrenamiento excesivo) y encuentra tu versión auténtica.

💖 A veces cuidarte es una ensalada.
💖 A veces cuidarte es una siesta.
💖 A veces cuidarte es llorar.

5. Rodéate de otras mujeres que se estén sanando

No tienes que hacerlo sola. Hay muchas mujeres como tú, cansadas de vivir en guerra con su cuerpo.

Busca espacios seguros:

  • Círculos de mujeres.

  • Grupos de body positivity.

  • Terapia con enfoque feminista.

  • Cuentas en redes que promuevan diversidad corporal.

👭 Sanar es más posible cuando otras también lo están haciendo.

6. Celebra lo que tu cuerpo ha hecho por ti

Tu cuerpo ha sobrevivido a mucho: dietas, críticas, enfermedades, rupturas, partos, estrés, abusos. Y aún así, está contigo. Respirando. Viviendo.

Haz una lista de todo lo que tu cuerpo ha logrado:

✔️ Caminar, correr, bailar.
✔️ Abrazar, reír, amar.
✔️ Sostener a otros.
✔️ Sentir placer.
✔️ Crear vida.
✔️ Sanar heridas.

Tu cuerpo es más que su forma. Es tu historia.

Ejercicio práctico: carta a tu cuerpo

Escribe una carta a tu cuerpo como si fuera tu mejor amiga. No importa si al principio te cuesta. El simple acto de escribirla ya es un paso sanador.

Empieza así:

“Querido cuerpo,
Sé que no siempre te he tratado bien.
Pero hoy quiero pedirte perdón y empezar de nuevo…”

Hazlo sin filtros. Llora si necesitas. Ríe si lo sientes. Tu cuerpo merece tu voz honesta.

Sanar no es lineal (y está bien)

Habrá días en que te sientas hermosa y poderosa.
Habrá otros en que vuelvas al juicio, la vergüenza o la comparación.
No es retroceso, es proceso.

Sanar no es llegar a una meta. Es aprender a volver a ti cada vez con más ternura.

Conclusión: tu cuerpo no necesita cambiar, necesita ser amado

Tu cuerpo es único. No tiene que encajar. No tiene que gustarle a nadie. No tiene que ser perfecto.

Lo que necesita es que tú lo reconozcas como tu aliado, no como tu enemigo.

💬 Ámate con estrías.
💬 Ámate con celulitis.
💬 Ámate con arrugas, con piel, con historia.

Porque el amor propio no empieza cuando cambias tu cuerpo, sino cuando cambias la forma en que lo miras.

Próximo artículo

En el siguiente post hablaremos sobre:
“Cómo poner límites sin sentir culpa: el arte de decir no con amor”.
Una guía para proteger tu energía, defender tu tiempo y elegir desde la libertad.